Eficacia adelgazante de los diferentes tipos de dieta

¿Cómo de eficaz es cada tipo de dieta?

Durante las últimas décadas, el tratamiento de la obesidad ha suscitado la creación de un número muy elevado de dietas. Todas ellas tienen sus fervientes  seguidores, que suelen  defenderlas con gran énfasis. Sin embargo, lo cierto es que los datos cientificos sobre la eficacia de todas ellas, son muy escasos. Todos los tipos de dieta posibles se pueden agrupar en tres clases:

  1. Dietas bajas en hidratos de carbono (carbohidratos) y ricas en grasas
  2. Dietas altas en hidratos de carbono y bajas en grasas
  3. Dietas  altas en proteínas y bajas en hidratos de carbono y grasas

Las dietas ricas en carbohidratos y bajas en grasas se popularizaron hace 30 años, pues entonces se creía que las calorías proporcionadas por los carbohidratos, engordaban menos que el calorías proporcionadas por las grasas, tomadas, obviamente, en el mismo número. No encuentro un soporte claro para dicha creencia, aunque la combustión de los hidratos de carbono gasta calorías, que pueden ser consideradas negativas, mientras que las grasas no consumen calorías al quemarse.

En los años 1970, el doctor Robert Atkins popularizo una dieta baja en hidratos de carbono y alta en grasas, sobre la base de que la ingesta de grasas no eleva la secreción de insulina, una hormona lipogénica (formadora de grasa) que favorece la acumulación de la grasa. Esto, que parece un argumento razonable, es mucho más complicado de lo que parece, pues la obesidad parece más relacionada con la resistencia a la insulina (en algún momento la revisaremos) que con la secreción de insulina. Curiosamente, de una forma demasiado alegre, este tipo de dieta se ha resucitado en los últimos años.

Finamente, las recomendaciones de dieta altas en proteínas se basaron en la consideración, no demostrada, de que las calorías proteicas proporcionan más satisfacción, por caloría, que las calorías obtenidas de carbohidratos y grasas. Lo único positivo demostrado es que su metabolismo, como en el caso de los carbohidratos, las proteínas gastan calorías que pueden ser consideradas negativas.

Ensayos clínicos sobre las dietas

Hace ya diez años, Sacks y colaboradores realizaron un largo ensayo clínico, cuyo objetivo fue comparar la eficacia de dietas altas o bajas en carbohidratos, altas o bajas en proteína y altas o bajas en grasas. Los autores aleatorizaron 811 adultos, con exceso de peso, a una de cuatro dietas especificadas. El porcentaje de calorías derivadas de grasas, proteínas y carbohidaratos fue:

  • Dieta alta en carbohidratos, compuesta por 20% de calorías procedentes de grasas, 15% procedentes de proteínas  y 65% procedentes de carbohidratos
  • Dieta alta en proteínas, compuesta por 20% de grasas, 25% de proteínas y 55% de carbohidratos
  • Dieta alta en grasas, compuesta por 40% de las grasas, 15 % de proteínas y 45 % de carbohidratos
  • Dieta baja en carbohidratos, compuesta por 40% de grasas, 25% de proteinas, 35% de carbohidratos

Todas las dietas empleadas consistieron en alimentos similares y cumplieron las guías de salud cardiovascular. Se ofreció a todos los participantes  poder participar, durante 2 años, en sesiones informativas de instrucción culinaria, por grupos o individuales. El punto primario del estudio fue el cambio de peso después de dos años de seguimiento y se realizaron  comparaciones de los resultados, dos a dos, de los grupos alta y baja grasa, promedio proteico y alto proteico y alta y baja ingesta de carbohidratos.

Los resultados no sorprendieron. A los 6 meses los participantes asignados a cada dieta perdieron 6 Kg de media, que representó el 7% de su peso inicial; después de 12 meses comenzaron a reganar peso y a los 12 meses la pérdida de peso fue similar en todos los grupos. La perdida en los asignados a 15% de proteínas y 25% de proteínas fue 3 y 3,6 Kg, respectivamente; en los asignados a 20% de grasas o 40% de grasas fue 3,3 Kg en ambos grupos y; en los asignados a 65% y 35% de carbohidratos fue 2,9 y 3,4 Kg, respectivamente. Por otra parte, el 80% de los participantes completaron el estudio y  la pérdida media de peso entre ellos fue de 4 Kg. Sin embago, un 15% de sujetos perdieron más del 10% de su peso.

La satisfacción con la dieta, la sensación de saciedad o hambre fue similar en todos los grupos. La pérdida de peso se correlaciono con la asistencia a las sesiones (0,2 Kg por asistencia a sesión). Todas las dietas mejoraron los perfiles lipídicos, pero es remarcable que la dieta baja en carbohidratos  elevo mas las HDL que la alta en carbohidratos (9% contra 6%, p = 0,02) y todas las dietas disminuyeron los triglicéridos entre 12 y 17%. También todas disminuyeron los niveles de glucemia en ayuno.

En cuanto al estudio algunos comentarios parecen relevantes:

  1. La calidad del estudio es alta
  2. Los objetivos dietéticos establecidos “a priori” fueron alcanzados solo parcialmente. Por ejemplo, la diferencia de la ingesta proteica entre grupos solo fue del 1 -2 %. Tampoco las dietas altas en carbohidratos alcanzaron los objetivos los resultados son compatibles con diferencias del 6%, cuando lo planeado era una diferencia del 30%
  3. La reducción de ingesta calórica tampoco fue sostenida; la pérdida de peso promedio a los 6 meses fue de 6 kg, lo que cuadraba con el déficit planeado de una toma de  750 kilocalorías menos al día. Sin embargo, después de los 12 meses de inclusión, los sujetos comenzaron a ganar peso
  4. Finalmente, el peso perdido después de dos años solo fue de 3 a 4 kilos, aunque es importante recordar que incluso esta pequeña pérdida de peso corporal tiene un efecto clínicamente relevante, ya que puede enlentecer el desarrollo de Diabetes Mellitus tipo 2.

Es muy importante saber que los sujetos que más peso perdieron asistieron más a las sesiones de control y tuvieron unos parámetros mejores de adherencia a la dieta. Estos hallazgos llevaron a los autores a concluir que los factores del comportamiento de los sujetos fueron más importantes para perder peso que la composición en macronutrientes de la dieta. Esta hipótesis había sido previamente sugerida, pero los resultados de este estudio no permiten demostrarla, dado que las diferencias en macronutrientes entre los tipos de dieta fueron pequeñas. Incluso si las diferencias hubieran sido alcanzadas, la ausencia de un diseño ciego habría hecho difícil asignar la diferencia conocidas a una de las dietas.

Dado qué los estudios sobre la pérdida de peso requieren que los participantes coman menos calorías, son verdaderos estudios sobre la conducta. Los pacientes pueden comer menos, no solo porque la dieta sea superior en algún macronutriente, sino por sus creencias de la bondad de cada nutriente, el sabor y el look de las dietas determina su conducta frente a las diferentes dietas. Durante los últimos años, se han realizado estudios que controlen estos aspectos conductuales administrando dietas de iguales propiedades organolécticas, e igual apariencia de los distintos macronutrientes, pero han sido estudios a corto plazo. Por tanto, no ha podido ser obtenida la influencia de estos factores en la conducta culinaria y es difícil que lo sea pronto, ya que  es difícil programar estudios programados con este tipo de dietas preparadas.

Para terminar concluimos, como sugiere el actual estudio, que la conducta del sujeto es la llave de la pérdida de peso. Los macronutrienes consumidos pasan a un segundo término y pierden importancia. En este sentido, la dieta de cada individuo puede ser confeccionada sobre la base de sus costumbres y preferencias, lo que puede mejorar el cumplimiento a largo plazo. Lo importante es el número de calorías no su procedencia. esta es una recomendación que seguimos en nuestra estrategia para adelgazar. mas adelante hablaremos de otras, no menos importantes.

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